En los páramos más altos de La Ribera del Duero, a 915 metros de altitud sobre el nivel del mar, se sitúan los viñedos de las bodegas Valtravieso. Sin duda, una de sus señas de identidad es el suelo arcillo-calcáreo propio de este terreno, que da un toque de distinción y encanto a los vinos de la bodega.
Desde Valtravieso han estado reflexionando minuciosamente el estilo que debía representar a su producto, por ello en este 2021 ofrecen una imagen de marca renovada, acorde con sus nuevos vinos y su proceso de elaboración. Para conseguirlo, parten de resaltar la importancia de ubicar sus viñedos en este lugar privilegiado del páramo, esencial en la personalidad y distinción del producto final.
Las claves de Valtravieso

El terroir
Cualquier botella que sale de estas bodegas lleva el sello del terroir consigo. Los vinos de Valtravieso son diferentes al estilo que impera en la Ribera del Duero y ello se debe, entre otras cosas, al terreno dónde se asientan sus viñedos de donde nacen sus vinos de parcela más especiales y la elección de la ubicación y viñedos de los viticultores fidelizados con los que trabajan para sus vinos de ensamblaje.
El páramo de Piñel posee un suelo calizo-calcáreo sobre los que en reducidas ocasiones encontramos un cultivo de viñedo. Son suelos pobres y poco profundos, pero que en Valtravieso dan como resultado vinos elegantes, muy minerales, con mucha longitud y verticalidad. Además, este tipo de suelo genera cierto grado de acidez que, combinada con el porcentaje de alcohol preciso, hace que los vinos resultantes sean mucho más frescos.

“Hace cuarenta años plantar vid en estos terrenos no hubiera tenido sentido, porque en aquellos años se buscaba abundancia de fruto para una mayor producción. Ahora a nosotros nos interesa más la calidad que la cantidad”, explica Pablo González, Consejero Delegado y director general de las bodegas.
Los 915 metros de altitud condicionan directamente la climatología del páramo. En este terreno encontramos una gran variación entre las temperaturas del día y de la noche, lo que permite que no haya excesos de temperaturas y que los periodos de maduración de la uva sean más lentos y controlados.
Vino eco-lógico
No están catalogados como vinos ecológicos, pero en lValtravieso no existen los herbicidas ni pesticidas. González Beteré asegura que uno de los recursos naturales, que en este sentido juega a su favor, es el viento: “Uno de los factores predominantes del páramo calizo es el viento y este es mejor fungicida, ya que evita gran parte de las enfermedades de la cepa”.
Además, en Valtravieso dan un valor fundamental a los procesos realizados a mano: poda en verde, desnietado y deshojado o la supervisión de la producción de la cepa para que no esté saturada. El control de la uva es sumamente importante. Tanto los responsables de la bodega como los viticultores que les abastecen realizan catas del fruto y análisis de madurez semanales para evitar que la uva madure demasiado.

El resultado: vinos con el alma del páramo
Los procesos de elaboración de Valtravieso están diferenciados por parcelas y tipo de uva. Producen vinos de ensamblaje, en la que combinan su propia uva con la de viticultores y vinos de parcela que solo proceden de sus fincas.
Según indica el director, su filosofía es la del “menos es más” por lo que este proceso de elaboración se caracteriza por no hacer extracciones muy agresivas, controlando el proceso de maduración y con remontados muy ligeros para que se vaya extrayendo toda la estructura del vino.
Una vez finalizado el proceso de fermentación, comienza la crianza del vino que, en función del resultado final irá a un tipo de barrica para conseguir estabilidad y redondeo idóneos, entre otros matices. González Beteré apunta que cada vino está enfocado no tanto con un consumidor, sino con un momento diferente.

De esta manera la bodega cuenta con una gran variedad de opciones, dependiendo de lo que demande el cliente. Por ejemplo, un roble, un vino goloso y “fácil” como en este caso es Finca Santa María, es apropiado para tragos cortos en un aperitivo o un tapeo.
Si optamos por el vino Valtravieso, un crianza con cuerpo y una acidez natural muy marcada, conviene consumirlo durante una comida. Por último, un vino reserva, como el Finca La Atalaya, que necesita más sosiego y una ingesta sin prisa es el complemento ideal para una velada prolongada.